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OPINIÓN | Carlos Jaico: ¿por qué fomentar la filosofía en la educación peruana?

Los cimientos morales de una sociedad son fruto de la reflexión ética conducida por la filosofía social.
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14-03-2019

Alguna vez se ha preguntado, ¿por qué no tirar basura en la calle?, ¿por qué cuidar la naturaleza?, ¿por qué no copiar en un examen o respetar la ley?

En el Perú, se ha olvidado que gran parte de los cimientos morales de una sociedad, son fruto de la reflexión ética conducida por la filosofía social. Esa que nos lleva a saber si nuestro comportamiento en sociedad es bueno o malo, para nosotros mismos y quienes nos rodean. Esa que nos permite ser conscientes de formar parte de una comunidad de intereses y, a partir de allí, saber responder a los problemas éticos. Lo que sí se ha visto es la filosofía política, la cual, mal orientada, ha llevado a extremismos y polarización ideológica. En suma, hemos querido ser políticos, sin haber aprendido a ser ciudadanos.

Por ejemplo, para quien se ve confrontado a la corrupción, la cuestión ética será: ¿acepto o no? Y, ¿por qué no debo aceptar?

Pensará en el seno familiar y la manera en que fue educado. Recordará que por haberse quedado con el vuelto del pan, sus padres le aplicaron una inolvidable corrección. De allí que nunca más tocó algo ajeno o indebido. Si esta fase de ética familiar estuvo ausente, pensará en los preceptos religiosos que pudieron inculcarle. Así, podría aplicar el “No robarás” para evitar el castigo divino. Si este mandamiento no funcionó, ¿podría buscar respuesta en la moral social? Difícil. Según el Índice de Percepción de Corrupción, el Perú está en el puesto 105, lo cual hace que la corrupción se perciba como algo común. Sin salida a su problema ético, podría serle de ayuda el ama suwa, ama llulla, ama qilla. Lamentablemente, estos principios aún no han sido interiorizados socialmente como para tener rango de ley moral.

Un último recurso sería la identidad social o “amor por la patria”. Empero, allí son escasos los buenos ejemplos de patriotismo porque el formal ¡Sí, juro!, no ha impedido la coima.