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OPINIÓN | Eduardo González Viaña: Accomarca, estos niños se parecen a usted

No te pierdas la columna de Eduardo González Viaña.
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21-09-2022

Santiaguito tenía 5 años y se parecía mucho al sobrino o al nieto de usted, pero mejor hablemos antes de Delia, la maestra que era su madre.

Delia no recordó jamás cuál fue la hora en que el perro comenzó a ladrar. Lo que nunca se le borraría fue el balazo interminable que lo silenció. Parecía como si el proyectil hubiera entrado primero y salido luego del cuerpo del animal y se hubiera ido silbando hacia el final del universo.

Siempre se acordaría de que despertó y encontró a Cirila, (se parecía a la sobrina de usted) de pie frente a su lecho, mientras le hacía una señal con el dedo cerrándole los labios. Era la niña que la ayudaba a cuidar a Santiaguito. Ahora, traía al pequeño en los brazos. Con voz queda, le indicó que había que escapar. Tenían que irse por el techo cuanto antes. Ya no había tiempo.

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La maestra escuchó que golpeaban con fuerza en su puerta. Cuando estuvo de pie, la pequeña Cirila había subido hasta la claraboya de la casa. Lo había logrado encaramándose sobre la cama camarote. Puso primero al niño sobre el techo y luego subió ella, y se metió en la noche.

La patrulla había entrado al pueblo para capturar senderistas y, al no hallarlos, decidieron matar civiles para inspirar miedo. En el pueblo, algunos vecinos yacían sobre las veredas. Se notaba que los soldados habían querido cerciorarse de su muerte y prefirieron rematarlos. Varios niños de la edad de Santiago y un perro pequeño habían sido destripados. Quizás la mascota había querido defenderlos.

En la plaza central de Accomarca, había varias mujeres muertas. Tenían las ropas destrozadas. Tal vez habían intentado defenderse del ataque de los soldados, y por eso las habían acuchillado.

Al responsable directo de las muertes, le preguntaron por qué había matado también a los niños, y él respondió que porque al crecer se podían hacer comunistas.

Esta semana se han cumplido 37 años de ese sueño maldito. Fueron 69 los asesinados. Para la anestesiada opinión pública, 69 es solamente un número. Tal vez es bueno por eso reconstruir los rostros de estos dos niños hechos a la imagen y semejanza, de tu hijo, de tu sobrino, de tu nieto, de tu sobrinita, del mismo Dios. Probablemente, estos niños escaparon. Quizás, no. (Lo cuento en mi novela) “El camino de Santiago”.

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