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Opinión | Eduardo González Viaña: Carlos V, el rey del pisco sour

No te pierdas la columna de Eduardo González Viaña.
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29-12-2022

“Si la reina de España muriera / Carlos V querría reinar. / Correría la sangre española / como corren las olas del mar”.

Desde fines del siglo XIX, los peruanos suelen terminar una fiesta danzando con este vals cuya letra parece no tener ni pies ni cabeza para cualquier persona con un mínimo de conocimiento de la historia de España.

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El cantado Carlos V no fue el emperador de ese nombre, si se recuerda que aquel no sucedió a ninguna reina con la que tuviera problemas. Como cualquiera puede recordar, por orden dinástico, era el quinto Carlos de Alemania, pero el primero de España, países ambos que se juntaban bajo su égida.

La historia es larga, pero resumimos: a la muerte de Fernando VII, por falta de un descendiente varón, se designó a su hija Isabel como heredera. Don Carlos, el hermano del monarca, no aceptó esta sucesión, y las pretensiones al trono, las suyas y las de sus herederos, generaron durante los siglos XIX y XX una serie de guerras que oficialmente no han terminado.

Después de él, siguieron varios monarcas Carlos, pero no llegaron hasta el quinto. Y, sin embargo, ¿el Quinto es el que visitó Lima?... No, fue su nieto que se hacía llamar Carlos VII y llegó a la capital del Perú acompañado de un buen grupo de cortesanos. Su nombre era Carlos María de los Dolores de Borbón Austria-Este, Carlos VII (1828-1909).

Su abuelo era el Carlos V al que cantan los limeños. No llegó a ser rey, pero provocó una guerra interminable con millones de caídos. Al morir él, le sucedió en las pretensiones su hijo, quien se haría llamar Carlos VI al que siguió Carlos VII, quien en un viaje de propaganda a las antiguas colonias se aposentaría en el Hotel Maury de Lima.

Fueron ocho meses de intensa vida social en los que el pretendiente no dejó un día de recibir atenciones por parte de los nostálgicos y huachafos limeños que estaban locos por hablar con un hombre a quien pudieran tratar de “vuestra majestad” sin tomarle el pelo.

En esos tiempos de parranda se inventó el “pisco sour” en honor de “Carlos V”. Por fin, los periódicos de 1885 dan cuenta de los múltiples agasajos e incluso de un certificado que su majestad otorgó al Hotel Maury. Sin embargo, no aparece constancia alguna de que pagara su cuenta.

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