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OPINIÓN | Eduardo González Viaña: dos trujillanos valientes a Pilar González de Ganoza, mi hermana

Luis Ganoza Ríos e Iván Ganoza Quevedo se enfrentaron a la naturaleza y el destino para conseguir lo que anhelaban.
Trujill-Avión-II-GUERRA
13-03-2019

En los días iniciales de la Segunda Guerra Mundial, Luis Ganoza Ríos, un trujillano, quería ser un héroe, pero el conflicto bélico estaba al otro lado del planeta.

Sin embargo, cuando los tanques alemanes se desparramaron por toda Europa, varios países invadidos publicaron avisos en los diarios de América solicitando voluntarios para pelear contra los nazis. Lucho no dudó un minuto que esa era su oportunidad y se alistó bajo las banderas del reino de Bélgica.

Según lo pensaba, todo iba a ser muy rápido. Conocería Inglaterra, recibiría entrenamiento, combatiría unas semanas, y en ese escaso plazo, contribuiría a la caída de la bestia y se convertiría en un héroe. Como sabemos, la guerra duró un poco más.

Durante cuatro peligrosos años, apostado en la cola de un bombardero, Lucho recorrió Europa muchas veces y conoció Alemania desde las nubes mientras desafiaba el fuego de tierra y dejaba caer bombas sobre los puntos escogidos.

El Día D, uno de cada diez aviones aliados regresó a Inglaterra. Los demás ingresaron a Normandía a proteger el desembarco, bombardearon a los nazis y fueron alcanzados por el fuego enemigo. El avión en que volaba Lucho regresó dos veces a aprovisionarse, y otras tantas volvió al combate. Tres veces era demasiado. A las cuatro de la tarde, recibieron órdenes de quedarse en Londres. Sobrevivió.

Lucho fue el tío preferido y casi el padre de Iván Ganoza Quevedo, mi cuñado. No hubo ninguna guerra para él, pero una oportunidad de otro tipo le llegó. En 1957, luego de un duro entrenamiento, se hizo campeón de salto alto con garrocha en Trujillo. De esa competencia pasaría a la nacional en Lima.

Lamentablemente, el ómnibus que lo llevaba a la capital sufrió un serio accidente. Iván sufrió fracturas en el brazo derecho y quedó imposibilitado de correr y saltar.

Eso, sin embargo, no lo detuvo. A los organizadores les dijo que las vendas solo ocultaban magulladuras superficiales, y participó en el evento. Campeonó.

Muchos años después, en mayo de 2008, los médicos especialistas le hicieron saber que padecía una cardiopatía severa y que debía someterse a una delicada operación.

De allí no volvió.

Como su tío Lucho sobre los cielos de Normandía, Iván fue tan solo un hombre, un hombre solo frente a la naturaleza y el destino. Es Dios quien al final decide.