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OPINIÓN | Giancarla Di Laura: ¡Bonos universales ya!

"Con esto el sistema de salud colapsará como en otros países y los cadáveres aparecerán con más frecuencia botados por las calles".
19-04-2020

Lancé la idea el domingo pasado en esta misma columna cuando dije: “¡Que el gobierno universalice y expedite los bonos de ayuda!”. Me refería a la sugerencia que hizo el 28 de marzo el economista Oscar Dancourt en una entrevista del diario La República, aunque en su caso se limitaba a los bonos de mil soles solo para la población trabajadora con DNI.

Parece que la propuesta ha prendido y ahora diversas personalidades la han hecho suya. Consiste en calcular cuánto del 12% del Producto Bruto Interno (PBI) que el gobierno va a dedicar a combatir la crisis del COVID-19 podría servir como subvención para paliar el desempleo y la hambruna que se vislumbran por la prolongación de la cuarentena.

Según Dancourt, este desembolso llegaría al 2.5% del PBI, o sea, estaría todavía muy por debajo de los límites del gasto total previsto por el gobierno. Se dirá que hay gente que no lo necesita. Es cierto, pero se trata de no entorpecer la inamovilidad, y mecanismos de regulación y excepción siempre pueden contemplarse.

Hay mucha población (todo el sector informal, un 70%) que no está en planilla. Al verse obligada a salir a la calle a ganarse los frijoles, se potencia el riesgo de contagio.

Con esto el sistema de salud colapsará como en otros países y los cadáveres aparecerán con más frecuencia botados por las calles. Según Dancourt, el bono debe darse “no solo por razones de justicia, sino por razones de eficacia de la cuarentena”. Dicho esto, hay quienes piensan que el gobierno no está para regalar plata.

Pero aquí hay un problema, más que económico, moral. Estos treinta años de neoliberalismo, con privatizaciones que han beneficiado principalmente al sector empresarial y a las corporaciones extranjeras, encareciendo los servicios básicos (salud, educación, vivienda, agua, luz, jubilaciones), es hora de que “chorreen” más de todo lo que han lucrado.

No se trata de limosna ni de caridad. El estado tiene el deber de garantizar una vida digna para todos y eso no se hace con medidas como la “suspensión perfecta” ni el uso de nuestros propios fondos de CTS y AFP, favoreciendo a las empresas.

Escatimar gastos en momentos de grave crisis es seguir una lógica suicida. A menos, claro, que ese sea el rostro verdadero (la necropolítica) detrás de la careta del “milagro económico” peruano.