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OPINIÓN | Julio Schiappa: Hipopótamos sin control

“Un debate sobre los Hipopótamos, que Pablo Escobar trajo a su Hacienda “Nápoles” en Colombia, nos permite entender qué pasa cuando las cosas se salen de control”.
18-05-2022

Un debate sobre los Hipopótamos, que Pablo Escobar trajo a su Hacienda “Nápoles” en Colombia, nos permite entender qué pasa cuando las cosas se salen de control. Eso ocurre con la naturaleza y también con los estados. Escobar creó un mega zoológico con elefantes, avestruces, tres hembras y un macho de hipopótamos.

Los animalitos se reprodujeron en un pantano artificial, en un clima tropical de ensueño. Colombia resultó más seguro para la especie, que el África, por la ausencia de leopardos, cocodrilos y leones. Muerto Escobar, de un certero balazo detrás de la oreja, 12 hipopótamos huyeron de la finca y se volvieron una especie invasora en el Magdalena Medio. Viajaron 250 kilómetros movidos por el hambre.

Con un peso de 3,500 a 4,500 kilos estos parientes de las ballenas, son ahora pobladores de una extensa zona del río. La población les saca provecho como atracción turística. Los quieren y mucho, por lo que armaron un escándalo descomunal cuando una dependencia del gobierno decidió eliminar a “Pepe”, un hipo especialmente matón. Animalistas, políticos y pobladores de la zona impidieron el balazo fatal.

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La consecuencia, los hipopótamos se siguieron extendiendo, por las orillas y ciénagas del Magdalena, sin ningún control. Una especie invasora que podría en 10 años sumar más de 1,000 animales. El problema con estos gigantescos animales, es que permanecen en el agua y tienen la fea costumbre de hacer sus necesidades en ella, según se quejan los pescadores de todos los pueblos de la zona.

Amén del olor fétido que invade los lugares donde habitan. Solo queda la eutanasia para eliminar entre 30 y 50 por año para parar el descontrol. Los animalistas -felices de no dedicarse solo a perros y gatos- persisten, aliados a beneficiarios del fenómeno, y a mucha de la buena gente del Magdalena que los ama, en defender la nefasta plaga. Pero, dirá usted, ¿en que se parece esta historia, al torcido rumbo del Perú?

Está claro que la especie invasora es la corrupción, tanto la grande, que roba con contratos del Estado, como las pirañas que cobran por dar sus servicios. El descontrol y la improvisación, sin escuchar a los técnicos, especialistas en gestión pública, científicos y economistas, lleva, como en el caso de los hipopótamos colochos, a que todo se contamine. Como en Macondo, el descontrol y la magia del desorden, nos hará cautivos de los hipopótamos. Sin poder gobernarlos.

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