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OPINIÓN | Julio Schiappa: ¿Venezuela copia la fórmula de Mariel 1980?

Todo parece indicar que Maduro y sus consejeros cubanos están implementando la estrategia de limpiar a Venezuela de disidentes y desafectos a la dictadura.
sCHIAPA
01-05-2019

El exilio masivo es una manera de librarse de opositores para los regímenes autoritarios. Vía la invasión de la embajada peruana en La Habana y la apertura del Puerto de Mariel, Fidel Castro envío a 125,000 de sus opositores a EE.UU.

Hoy la historia parece repetirse con el exilio masivo de venezolanos para bajar la presión interna a nivel político, social, sanitario y de supervivencia en la asolada Patria de Bolívar. La ola de delincuentes infiltrados entre los refugiados, de los cuales 50 ya fueron deportados por el gobierno peruano, es un patrón similar al de Mariel: los agentes del Estado norteamericanos detectaron 25 mil cubanos con antecedentes penales entre los emigrados por Mariel de 1980. Fidel había vaciado las cárceles, manicomios y pabellones de enfermos terminales, agregando varios miles de ellos a la masa de delincuentes salidos de la prisión.

El 4 de abril de 1980, a las 8 de la mañana, después de varios intentos previos, un grupo de jóvenes comandos, posiblemente militares, vestidos de civil, ingresaron saltando el muro de la embajada peruana en La Habana. Detrás de ellos llegaron jóvenes solitarios, luego parejas y finalmente grupos familiares, dejando las calles aledañas llenas de viejos carros de los 50. Dejaban las llaves puestas, y, dispuestos a todo, entraban a la legación diplomática. Fueron primero 300 los ingresantes, luego llegaron a 10,860 en pocos días. Fidel había decidido castigar al Perú y EE.UU. generando una crisis diplomática y humanitaria sin precedentes. Todas las radios del país anunciaron que se permitía el ingreso libre a la embajada de Perú. Miles hicieron caso.

Pocos días después se declaró el Puerto de Mariel de libre acceso para embarcaciones venidas de Miami para recoger a familiares que deseaban salir del país. La operación Mariel duró hasta octubre, fecha en que se cerró el puerto.

La prueba de que este tipo de métodos, usando la migración como arma sin balas, fue aprobada por el propio Fidel Castro, se debe a un valiente diplomático peruano que le dijo que un estadista moderno no usa la fuerza sino el consenso. El protagonista fue el diplomático peruano Ernesto Pinto Ritter.

Una medianoche, que Fidel rondaba por la embajada peruana en La Habana, el peruano se plantó en la puerta y esperó, sin intimidarse ante los 4 autos Alfa Romeo de su seguridad y el enorme vehículo blindado soviético del líder cubano, que Fidel le hiciera caso. Fidel paró y lo invitó a subir a su auto para conversar. Pinto convenció a Fidel de que los alojados en la embajada no fueran considerados asilados sino ingresantes y le planteó las ventajas de no usar la fuerza.

¿Maduro y sus consejeros cubanos están implementando la estrategia de limpiar a Venezuela de disidentes y desafectos a la dictadura? ¿Aplican las lecciones de Mariel? Se podría pensar que sí.