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OPINIÓN | Pedro Paredes: “no toque a la niña”

Uno de los problemas más grandes que tenemos, además de la corrupción, es la salud mental de los peruanos.
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27-02-2019

Llega un hombre al mercado San Antonio, en Surco, pero al preguntar por limones a su casero de todas las mañanas, escucha una estridente voz que le altera el martillo del oído izquierdo, desatando un diálogo y discusión a la vez:

-¡Oiga, señor! ¡¿qué le pasa?!

-¿Disculpe?

-No lo disculpo ¡No puede tocar a la niña! Hay más espacio, ¡váyase más allá!

-No la entiendo. Quiero comprar limones, su hija está frente a ellos y no la estoy tocando

-Pero se está poniendo detrás de ella ¡¿qué le pasa?!

El cruce de palabras continuó durante un minuto más y las frases eran más de lo descrito líneas arriba, en la que un hombre que busca limones, sin imaginarlo, es puesto al mismo nivel de los curas pederastas violadores de niños. Su presencia desata en la madre de familia, un sentimiento de pavor, como si frente a ella apareció el maldito “monstruo de la bicicleta”.

-La gente está loca- le dice el casero al hombre que aún no entendía el bochornoso momento que acababa de vivir, a las 12 del día de un martes 26 de febrero, en un mercado normalmente lleno en el sector de carnes y verduras.

Y aunque la repentina actitud de la mujer pareciera tratarse de alguien que tiene los circuitos cerebrales cruzados, el hombre llega a la conclusión de que no es así. Esa señora no estaba loca. No es paranoica. Es una madre de familia temerosa que su niña -de unos 9 años- fuera víctima de alguien que viste sotana, monta bicicleta o, como yo, que va por limones al mercado.

Por eso pienso que, aunque me sentí consternado y ofendido, su reacción fue natural, ante la amenaza que siente sobre su hija dentro de una sociedad que ha normalizado la violencia, en complicidad de los medios de comunicación que viven del llanto y sangre de las víctimas como si fueran simples nuevos casos del día en la sección policiales, que horas después son noticia olvidada.

Por eso pregunto ¿habrá algo más preocupante que la supuesta lucha contra la corrupción que tanto nos entretiene? Sin temor a equivocarme, creo que la salud mental. Este problema tiene a las mujeres como protagonistas de una nueva cultura social de pánico frente al hombre, por el solo hecho de haber nacido hombre. Y no deberíamos culparlas.

Culpables somos todos: hombres y mujeres. Civiles, policías, fiscales y jueces; pero más culpa tienen los burócratas que nos gobiernan, interesados solo en el derroche de dinero público con la puesta en marcha de planes contra la violencia que son un verdadero fracaso, adrede o por incapacidad.