Columnistas

Opinión | Roberto Rodríguez: A Túpac Amaru no pudieron matarlo

Sociólogo y presidente del Comité Ciudadano por el Perú
Sin-título-1-136-1280x720-65
05-11-2019

Hace casi 240 años, José Gabriel Condorcanqui lideró un gran levantamiento contra la dominación española, proceso en el cual aquel adoptó el nombre de Túpac Amaru II. Del planteamiento inicial de luchar contra los que eran tildados de malos corregidores, el movimiento se transformó en independentista. Buscó integrar a indígenas, mestizos, libertos negros y criollos en un Frente Anticolonial, pero los últimos tenían diversos intereses asociados con la Corona Española.

Aunque la historiografía conservadora ha tratado de invisibilizar totalmente a Túpac Amaru II en cuanto a su rol independentista, no lo ha podido lograr, pues su legado de justicia y libertad sigue presente en las luchas cotidianas de millones de compatriotas que consideran que, lamentablemente, no ha desaparecido la razón colonial, que es la denominación acuñada por el arqueólogo y antropólogo Luis Lumbreras, que alude a la exclusión sus múltiples expresiones discriminatorias: económica, social, cultural, racial, de género.

En realidad no hubiese sido posible el 28 de julio de 1821 sin el 4 de noviembre de 1780, en tanto Túpac Amaru II abrió el camino para liberarnos del yugo colonial y por ello fue un precursor y un prócer que construyó su liderazgo no en un sentido caudillista sino de la mano de Micaela Bastidas, quien no estuvo detrás de sino junto a él, apoyándose mutuamente.

Cuando fue capturado en abril de 1781 y ejecutado cruelmente el 18 de mayo de ese mismo año, al mismo tiempo que su esposa y lideresa Micaela Bastidas, el poder colonial envió un mensaje de odio y muerte, buscando amedrentar sobre todo a los indígenas que constituían la gran mayoría entonces, que pese a la bárbara opresión desde el mandato de Francisco Pizarro, resistieron durante más de tres siglos a fin de mantener viva su cultura e identidad.

Túpac Amaru II no fue un personaje más. Su acción tuvo gran resonancia, especialmente a nivel de los diversos movimientos indígenas. Su rol ha sido perennizado de distintas maneras: por ejemplo, Federico García dirigió una recordada película titulada Túpac Amaru; y Alejandro Romualdo escribió un célebre Poema Canto Coral a través del cual nos dice que "querrán matarlo y no podrán matarlo./ Al tercer día de los sufrimientos/cuando se crea todo consumado/gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra/ha de volver! Y no podrán matarlo!". Por ende, cualquier proyecto de cambios profundos en el Perú del siglo XXI debe recoger e integrar el legado de libertad, justicia social y dignidad de Túpac Amaru II.