Cultural

Sobre '¿Quién mató a Graña? Crimen político y golpe de Estado'

Sugerente libro de investigación histórica del periodista Efraín Rúa.
Efraín-Rúa
27-09-2019

Por: Carlos Castro Morales

El balazo con el que el expresidente Alan García se suicidó no solo debería ser explicado por su desdichada personalidad o por lo que alguien denominó ego colosal, sino también por la historia del partido político al que perteneció, según propia confesión, desde niño.

El Partido Aprista Peruano fue desde su origen una organización que entendió la política como una actividad de compañeros y enemigos, en que la violencia impera sin límite y el militante vive peligrosamente. El asesinato de Graña se inscribe pues en esta interpretación bélica de la política. Como ejemplos conocidos de este camino regado de cadáveres están los miles de militantes caídos en la llamada Revolución de Trujillo (1932), el magnicidio del presidente Luis M. Sánchez Cerro (1933) y el asesinato de los esposos Miró Quesada (1935). A esta lista cruenta debemos sumar -fallecido Haya y con García Pérez como jefe del Apra- las masacres de presos maoístas en El Frontón y Lurigancho.

Por eso, acierta Efraín Rúa en su libro ¿Quién mató a Graña? Crimen político y golpe de Estado al investigar el asesinato de Francisco Graña Garland -ultimado a los 44 años el 7 de enero de 1947- en el escenario de las pugnas por el poder del PAP.

Otra virtud de Rúa es que la pregunta que sirve de título al libro es contestada en sus dos sentidos, pues no solo se señala al autor material del crimen, sino también a su autor intelectual. Rúa es todavía más acertado, ofrece también la probable razón del crimen.

La causa del atentado homicida contra Graña sería la firma de un contrato con la empresa estadounidense Internacional Petroleum Company (IPC) para explotar yacimientos en el desierto de Sechura. Dicho contrato era promovido por Haya de la Torre y debían legalizarlo en el Parlamento los senadores y diputados apristas. Recordemos que en esos años (1945-1948) el Frente Democrático Nacional, integrado gravitantemente por el Apra, había llevado al gobierno a José Luis Bustamante y Rivero. Haya defendía la celebración del contrato con la IPC pues aseguraba que ofrecía condiciones favorables para el país y traería consigo una mejora salarial para los trabajadores. La oligarquía, por el contrario, con repentino patriotismo, denunciaba el apoyo aprista al contrato como entreguista, proimperialista y, peor aún, venal, pues aseguraba que capitalistas peruanos como los hermanos Wiese y Augusto Gildemeister querían invertir en el proyecto petrolero. Graña Garland desde el diario La Prensa que dirigía utilizaba este argumento contra los apristas. Según Rúa esto lo condenó a muerte.

Pero no solo Garland tenía los días contados. El gobierno de Bustamante sobrevivió al director de La Prensa por tan solo 22 meses, derrocado por el golpe militar perpetrado por el general Manuel A. Odría. Con el militar en palacio, el partido aprista fue puesto fuera de la ley y Haya de la Torre debió asilarse durante media década en la embajada de Colombia. La oligarquía había neutralizado a su mayor enemigo y, con su empleado uniformado en palacio, ejercía su poder con energía renovada.

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