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OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: Solución de controversias políticas

Cuando  existen diferendos entre particulares o en­tre particulares y el Estado, se recurre al Poder Judi­cial para que luego de debido proceso, determine quién tiene la razón.
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11-08-2019

Por Ántero Flores-Aráoz / expresidente del Congreso de la República.

Cuando existen diferendos entre particulares o en­tre particulares y el Estado, se recurre al Poder Judi­cial para que luego de debido proceso, determine quién tiene la razón.

En el transcurso de los tiempos se fueron creando meca­nismos paralelos, que pudiendo suplir a la decisión judi­cial, en la práctica fuesen menos complicados y también menos morosos. Entre los mecanismos en cuestión tene­mos la negociación directa, la conciliación con interven­ción de un tercero facilitador, así como el arbitraje, este último en que la decisión de los jueces nombrados por las partes, definen el diferendo con laudos que tienen autori­dad de sentencia.

Adicionalmente, cuando existen diferendos entre orga­nismos del Estado, se puede recurrir al Tribunal Constitu­cional quien determinará la autoridad que sea competen­te para el tema.

En el caso de diferendos políticos usualmente los acto­res de la discrepancia buscan a través del mecanismo de negociación directa, la solución de sus problemas, para lo que se requiere de diálogo franco, alturado y respetuoso.

También los actores políticos para resolver sus disputas o diferente visión de las cosas, buscan un facilitador que los ayude a conciliar. En muchos países el facilitador ha sido un ex Presidente de la República o de Gobierno, que con su mediación busca ir acercando a las partes en con­flicto hasta que se ponen de acuerdo, pero lamentable­mente en nuestra patria ningún ex Presidente de la Repú­blica tiene en la actualidad autoridad para ello, dado que todos llevan sobre cuestas procesos de carácter penal que dificultaría su intervención, credibilidad e imparcialidad.

En otras oportunidades se ha buscado la intervención me­diadora de la Iglesia Católica, que es mayoritaria en el Perú, pero lamentablemente el cardenal Cipriani dejó de ser arzo­bispo de Lima, el nuevo arzobispo capitalino aún no tiene la experiencia como el otro cardenal tampoco, y el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana tiene nuevas funciones en la CELAM que le impiden el ejercicio de otras obligaciones.

En cada país hay referentes políticos, cívicos y experi­mentados ex altos funcionarios que podrían ejercer la función facilitadora de conciliación, y en el caso peruano únicamente tenemos a Luis Bedoya Reyes que, con sus cien años, difícilmente aceptaría una responsabilidad de dicha naturaleza, y peor aun cuando en tiempo pretérito hubo desaire gubernamental.

Todo lo expuesto nos hace recordar que existe el Acuer­do Nacional y su Foro, por lo menos en el papel, pues hace bastante tiempo no cumple función alguna, al no haber sido convocado por el Presidente de la República que tam­bién es su Presidente.

En el Foro del Acuerdo Nacional está representado el Go­bierno, los Partidos Políticos con presencia parlamentaria y organizaciones representativas de la sociedad civil, en­tre las que se encuentran los principales credos religiosos en el país. Si bien es verdad no puede esta entidad servir como facilitador de una sana conciliación, si es un buen escenario para que todos puedan dialogar respetuosa­mente y llegar a consensos que eviten males mayores y, que por fin nuestros políticos pongan como norte común la prosperidad de la patria y de sus integrantes.