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OPINIÓN | Carlos Jaico: Castillos de arena

"Por la gobernabilidad, el Congreso y la sociedad civil deben corregir este error de la historia, para devolver la dignidad al Perú y a todos los peruanos".
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02-08-2022

Escribía Ludwig Wittgenstein en su Tractatus Logico-Philosophicus que “los límites de mi lenguaje, son los límites de mi mundo”. Es el caso de Pedro Castillo. Primero, como persona y profesional ha demostrado carencias morales e intelectuales para ser jefe de Estado y jefe de gobierno.

Esto explicaría su elección de asesores y funcionarios, cuyo común denominador sea la ignorancia ramplona y el arribismo. Empoderó a seres mezquinos, que festinaron las reglas de la gestión pública, debilitando la imagen del Perú y la dignidad del cargo. Tan alta responsabilidad no lo elevó moralmente y, ¿qué podría aprender él en medio de tanta mediocridad? Del lado de los ministros, ¿en función de qué criterios los nombró? Porque, 4 gabinetes en 6 meses y 60 ministros en 11 meses, es un récord únicamente explicable por hacer de los ministerios, monedas de cambio para sobrevivir políticamente.

Esto explica su baja ejecución presupuestal y ausencia de políticas públicas porque, ¿cómo mantener un mínimo de coherencia gubernamental con cambios de ministros cada dos semanas? Ni a él ni a los elegidos les importó porque, sin decencia, el fajín lo aguanta todo. Cual escuderos violan el artículo 6, numeral 8, de la Ley de ética en la gestión pública, que exige de los funcionarios solo deberle lealtad a la Constitución y al Estado de derecho.

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En segundo lugar, no existe una visión de país porque nunca tuvo la capacidad para idear un plan de gobierno. Así, es imposible que algunos objetivos concretos se articulen desde los ministerios. Un año después, ninguna obra de envergadura ha venido a marcar su gestión, ningún rastro de lo prometido en plazas y estrados ha visto el día. Pero sí, los usa para victimizarse con el trillado discurso de ser provinciano y maestro. Insulta a nuestros compatriotas que vinieron de provincias con lo mejor de su humanidad e intelecto. Insulta también a los maestros a quienes condena a seguir en el abandono con un pírrico 18% de ejecución presupuestal.

En tercer lugar, él debe saber que a mayor jerarquía corresponde mayor responsabilidad, porque ha abierto las puertas a la corrupción, imitando a sus predecesores con una gestión prebendaria, que ve al Estado como un botín; donde se habla de traición, cual organización criminal. Su responsabilidad política, debería conducir ahora a su responsabilidad penal.

Esta vez por la gobernabilidad, el Congreso y la sociedad civil deben corregir este error de la historia, para devolver la dignidad al Perú y a todos los peruanos.

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