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OPINIÓN | Lewis Mejía: Vamos a recordar el botiquín

No te pierdas la columna de opinión de Lewis Mejía.
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30-04-2022

La terrible pandemia producida por la Covid-19, que todavía se mantiene latente entre nosotros, y ante la cual no debemos bajar la guardia utilizando las mascarillas tal como indican las autoridades y, sobre todo, vacunándonos, nos hizo olvidar muchas cosas que también sirven para responder ante una emergencia doméstica.

Como por ejemplo el “qué hacer” ante la ocurrencia de los accidentes caseros, es decir, de aquellos frecuentes, pero a la vez inesperados sucesos que pueden ser fácilmente atendidos por los propios integrantes de la familia, los compañeros de trabajo o los amigos.

E inclusive por los desconocidos con las personas que podamos encontrar todos los días dentro de un centro comercial, en una galería, un restaurant, una sala de cine o teatro -que ya se están reabriendo- o en cualquier otro lugar público.

Recordemos que todos esos sitios, y muchos otros más, podrían convertirse en escenarios de una caída, una cortadura, un desvanecimiento u otro malestar que debemos atender.

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Pero junto al saber “qué hacer” ante estos casos figura el “cómo hacerlo”, es decir con qué herramientas vamos a contar para poder resolver una contusión por un fuerte resbalón o una quemadura eléctrica por descarga o salpicadura de aceite caliente sobre la piel.

Es en ese escenario donde, además del inevitable dolor, la preocupación y la incomodidad, aparece la urgente necesidad de contar con un botiquín, el cual debe estar siempre a la mano, listo para ser utilizado y colocado en un lugar por todos conocido.

Y, sobre todo, debidamente equipado con lo que las autoridades en salud recomiendan, incluyendo, por ejemplo, una botella de un litro de alcohol medicinal al 70 por ciento, agua oxigenada, gasas esterilizadas fraccionadas de 10 centímetros por lado y los famosos “curitas”.

También es importante tener listos unos apósitos esterilizados con las mismas medidas, un rollo de esparadrapo de 2.5 x 5 centímetros, varias vendas elásticas de diferentes tamaños y, algo sumamente importante, los guantes quirúrgicos esterilizados, por lo menos tres pares.

Estos protectores de manos ante una posible contaminación deben ser descartables, y mantenerse guardados dentro de su caja o empaque original, evitando así que se puedan dañar por el medio ambiente u otra condición, lo que podría reducir su nivel de protección ante el contagio.

Un termómetro de mercurio o digital, un oxímetro -que ahora abundan-, además de un par de pastillas de jabón para lavarse las manos, junto a un rollo de papel toalla y otro de papel higiénico, y las inevitables mascarillas de protección facial ante el virus, deben incluirse en el maletín.

Éste, tal como es el caso de su “hermana”, la mochila de emergencias, debe ser de material lona, de capacidad media, y no necesariamente una caja de madera. Pero eso sí, debidamente rotulado con la palabra “Botiquín de Primeros Auxilios”

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