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OPINIÓN | Julio Schiappa: "Buenos zorros en política"

"Ni Run Run, el humilde animalito andino, ni los gloriosos incas, merecen tan ramplona comparación".
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16-11-2021

En el colmo de la frescura, el congresista Guido Bellido Ugarte se autodenominó Run Run, porque se considera “un zorro en política” y por ser “andino”.

Pobre Run Run, hasta en el cruel cautiverio de un zoológico tiene que soportar la incuria y absurda vanidad de ciertos seres humanos. Considerarse un zorro, símbolo de la astucia y la eficacia cazadora, cuando una empuja la carreta perdedora de una mala gestión como premier, es una falta de sentido de realidad. Peor aún, cuando uno consagra como “andino” un escaso sentido del orden, la disciplina y la honradez, tan caros a los Incas. Ni Run Run, el humilde animalito andino, ni los gloriosos incas, merecen tan ramplona comparación.

Es hora de que los izquierdistas e independientes decentes, que votaron por Pedro Castillo, salgan a decirle a esta clase de zorros, cosas muy serias. Que derrocar a un gobierno popular es un crimen de lesa inhumanidad contra los pobres. Y hundir para siempre los sueños y sacrificios de 6 generaciones de izquierdistas de todos los colores siendo esto otro crimen, esta vez contra la historia.

El problema está en que las posturas en la izquierda en el poder, se han infectado de la lógica de polarización de la sociedad y empiezan a constituir relaciones de odio al otro. Esto genera prejuicio que impide razonar y un radicalismo casi religioso, en tal forma que vuelve anatema el argumento contrario. Tanto que la expulsión de líderes se vuelve la regla. Así es el sectarismo. Esencialmente irracional y destructivo.

Usualmente, las polarizaciones tienen solución en el marco de instituciones, de partidos, de procesos reconstituyentes para mejorar el gobierno y el Estado. Así fue en la Izquierda Unida en tiempos de Alfonso Barrantes, hasta que estalló por obra de las mismas posiciones ultras, que hoy amenazan al partido oficialista.

Pero en un escenario de política sin partidos, las opciones se polarizan por la izquierda al populismo ultra y por la derecha a un populismo achorado y contra la democracia. Cuando la polarización se vuelve cultural, es un conflicto como el de ejércitos enfrentados que no se dan tregua, es una guerra entre Atila y Gengis Khan. Cuando el conflicto incluye estructuras partidarias, es un choque y negociación calibrada por intereses políticos, una guerra de posicionamientos con poca sangre.

Cuando en una organización partidaria hay contraposición de ideas, lo lógico y democrático es proceder a un debate. Superando los egos de los zorros autoproclamados. Debatir, no pelear, eso es lo que le conviene al Perú. Eso es ser mejores zorros que Run Run.

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