RADIO EXITOSA 95.5 FM EN VIVO
Actualidad
Memoria que duele

Tarata: Hoy se cumplen 33 años del atentado de Sendero Luminoso que marcó Miraflores

Han pasado 33 años desde que un coche bomba destrozó no solo la calle Tarata, sino también la paz de Miraflores. El atentado de Sendero Luminoso dejó una marca imborrable en la historia del Perú.

Tarata, a 33 años del horror
Tarata, a 33 años del horror (Difusión)

16/07/2025 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 16/07/2025

El 16 de julio de 1992, un coche bomba de Sendero Luminoso explotó en la calle Tarata, en Miraflores, dejando 25 muertos y 155 heridos. Entre las víctimas estuvo Vanessa Quiroga, una niña de 5 años que perdió una pierna. Hoy, convertida en madre y profesional, su historia simboliza la memoria y la resistencia frente al terror.

Tarata, a 33 años del horror

Aquella fatídica noche del 16 de julio de 1992, la calma de Miraflores se rompió con la explosión de un coche bomba en la calle Tarata. Cargado con 500 kilos de dinamita y ANFO, el atentado dejó una herida que aún resuena en la memoria del distrito y del país.

Este acto atroz, perpetrado por Sendero Luminoso, arrebató la vida a 25 personas y dejó a 155 heridas, además de provocar la dolorosa desaparición de otras cinco; una tragedia que se intensificó al no poder identificar a cinco de las víctimas, entre ellas tres mujeres y dos varones.

La mayoría de los fallecidos eran jóvenes entre 21 y 45 años, truncando vidas en su plenitud, aunque la barbarie no distinguió entre menores o adultos mayores. Es un recuerdo que nos sigue conmoviendo profundamente como sociedad.

En un parpadeo, el corazón de Miraflores, ese lugar tan nuestro y lleno de vida, se volvió irreconocible. La explosión no solo reventó un carro, sino que la onda expansiva se lanzó sin piedad hasta 400 metros a la redonda, como una bestia invisible, llevándose consigo casas, tiendas, bancos y carros.

Se calcula que el daño material llegó a los tres millones de dólares, y lo peor es que unas 360 familias lo perdieron casi todo. De un momento a otro, lo que era Miraflores se transformó en una zona de guerra.

La niña símbolo de Tarata

Entre los afectados estaba una niña, Vanessa Quiroga Carvajal, que apenas tenía 5 añitos. Esa noche, estaba junto a su mamá, quien vendía cositas en la calle Tarata. La explosión le quitó una piernita a la menor y, desde ese momento, su vida dio un giro de 180 grados, para siempre.

"Yo estaba en Tarata, mi mamá era vendedora ambulante. La gente gritó 'coche bomba' y corrimos. Miramos Tarata incendiándose. Jalé la falda de mi mamá y le dije: 'me pica la pierna'... ahí me desmayé", recuerda Vanessa en una entrevista con Andina.

Su madre, Gladys Carbajal, halló entre los escombros la pierna de su hija y la envolvió con su blusa. Una joven bombera, Katerine Pezarezzi, quiso ayudarla pensando que estaba herida. "Mi mamá le dijo: 'yo estoy bien, tengo la pierna de mi hija y quiero llevarla al hospital'", relata Vanessa.

Solo una de sus piernas pudo ser salvada. Desde entonces, la pobreza, la discapacidad y el bullying escolar se convirtieron en parte de su día a día. "De la noche a la mañana no solo era pobre, sino extremadamente pobre", afirma.

A lo largo de los años más duros, Vanessa encontró en su madre no solo consuelo, sino también la fortaleza emocional que necesitaba para seguir adelante: "La psicóloga fue mi mamá. Ella me enseñó a ser fuerte. Me decía que me riera con ellos".

A pesar de todo, Vanessa logró salir adelante. Es ingeniera económica, tiene una maestría en docencia universitaria, trabaja en el Congreso y es madre de dos niñas. Hoy camina nuevamente por las calles de Tarata, las mismas donde trabajaba con su madre después del atentado, como símbolo de resiliencia.

A 33 años del atentado en Tarata, el recuerdo sigue vivo en Miraflores y en todo el país. Sendero Luminoso llevó el terror al corazón del distrito y dejó heridas que no se borran. La historia de Vanessa Quiroga nos recuerda que detrás de cada cifra hay vidas marcadas para siempre.

SIGUIENTE NOTA