08/12/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Si uno juzga el voto que un sector minoritario de Perú Libre dio a la derecha conservadora, al oponerse al nombramiento de Mirtha Vásquez. Pero este no es un tema moral, ni siquiera ideológico, es una pelea por electorados conservadores-culturales que hace rato han roto la barrera entre izquierda y derecha.
Numerosos grupos populistas de izquierda y derecha tradicional y/o antisistema, enfrentan una “revuelta cultural”, un cambio de paradigmas políticos que hacen que los comunistas de todo el mundo adhieran a causas similares a las de los conservadores.
Un ejemplo es el odio a los inmigrantes venezolanos, que, sin anestesia, difundió el electo presidente en campaña, que anunció que a las 24 horas de llegar al poder “deportaría a todos los delincuentes de esa nacionalidad”.
El sombrero apareció con fuerza en el primer debate presidencial: un candidato vacilante al hablar y con el andar cansino de la gente acostumbrada a caminar entre surcos, superó a todos sus rivales. Pero persistieron algunos conceptos conservadores que lo diferencian de los sectores de centro izquierda o socialistas moderados, genéricamente calificados como caviares. Sin embargo, le ganan el apoyo de sectores conservadores religiosos, una clave muy importante en una sociedad donde el evangelismo y el catolicismo tienen vigencia.
Pero Castillo -durante el proceso electoral- recogía un sentimiento más fuerte que todos los candidatos: el mensaje de protesta del interior del país, resentido con el centralismo y la desigualdad. La magistral frase: “no puede haber tantos pobres en un país tan rico”, Castillo planteó un retorno a las viejas raíces igualitarias de la izquierda, plenamente vigentes después del terrible efecto de la pandemia. Igualitarismo que comparten también los conservadores de sectores populares.
No dijo ni pio sobre la igualdad de las mujeres, o los derechos de las minorías sexuales, ni sobre la defensa del medio ambiente, menos aún sobre el aborto, temas sobre los cuales abunda la prédica de los sectores moderados de la izquierda durante la primera vuelta electoral.
Castillo demostró que, en una sociedad conservadora como la peruana, hay lugar para estos silencios programáticos, imposibles en otros países sin el sincretismo cultural, religioso y la presencia de un rostro informal y mestizo como es el del Perú. Ganó con un mensaje que llegó socialmente a electorados no integrados a corrientes de igualdad cosmopolita y transversal.
Los conservadores también los hay en la izquierda, no solo en la derecha. Es un cortocircuito que puede tener connotaciones políticas en el confuso panorama peruano.
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