
03/04/2020 / Exitosa Noticias / Actualidad / Actualizado al 09/01/2023
Fue, Alberto Cortez, un cantautor que cantó a la vida. A la existencia y lo ausente “cuando un amigo se va”. Un día como hoy, hace un año partió y nos dejó una herencia en versos, corcheas y letras que muchas veces estremecen.
Por estos días de virus, de prolongar la vida el cariño hacia ellos se ha multiplicado y por ello reunimos los momentos. Cuando recordó a su padre, él lo llamó “su viejo” y escribió:
Es un buen tipo mi viejo,
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.
Yo lo miro de desde lejos,
pero somos tan distintos,
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto.
Viejo, mi querido viejo,
ahora ya caminas lento
como perdonando el viento.
Yo soy tu sangre, mi viejo,
Soy tu silencio y tu tiempo.
Él tiene los ojos buenos y una figura pesada,
la edad se le vino encima
sin carnaval, ni comparsa.
Yo tengo los años nuevos,
mi padre los años viejos.
El dolor lo lleva dentro
y tiene historias sin tiempo.
Viejo, mi querido viejo,
ahora ya caminas lento,
como perdonando el viento.
Yo soy tu sangre, mi viejo
soy tu silencio y tu tiempo
Yo soy tu sangre, mi viejo.
Pero también le escribió a la vejez...
La vejez me llegará lentamente
y me hallará distraído
probablemente dormido
sobre un colchón de laureles.
Se instalará en el espejo,
inevitable y serena
y empezará su faena
por los primeros bosquejos.
Con unas hebras de plata
me pintará los cabellos
y alguna línea en el cuello
que tapará la corbata.
Aumentará mi codicia,
mis mañas y mis antojos
y me dará un par de anteojos
para sufrir las noticias.
La vejez... está a la vuelta de cualquier esquina,
allí, donde uno menos se imagina
se nos presenta por primera vez.
La vejez...
es la más dura de las dictaduras,
la grave ceremonia de clausura
de lo que fue la juventud alguna vez.
Con admirable destreza,
como el mejor artesano
le irá quitando a mis manos
toda su antigua firmeza
y asesorando al galeno,
me hará prohibir el cigarro
porque dirán que el catarro
viene ganando terreno.
Me inventará un par de excusas
para amenguar la impotencia,
"que vale más la experiencia
que pretensiones ilusas",
me llegará la bufanda,
las zapatillas de paño
y el reuma que año tras año
aumentará su demanda.
La vejez... es la antesala de lo inevitable,
el último camino transitable
ante la duda... ¿qué vendrá después?
La vejez... es todo el equipaje de mi vida,
dispuesto ante la puerta de salida
por la que no se puede ya volver.
A lo mejor, más que viejo
seré un anciano honorable,
tranquilo y lo más probable,
gran decidor de consejos
o a lo peor, por celosa
me apartará de la gente
y cortará lentamente
mis pobres, últimas rosas.
La vejez... está a la vuelta de cualquier esquina,
allí, donde uno menos se imagina
se nos presenta por primera vez.
La vejez... es la más dura de las dictaduras,
la grave ceremonia de clausura
de lo que fue la juventud alguna vez.
La música y el recuerdo de Cortez se queda como aquel primer día, cuando se jugaba el mundial de España y tuvimos la oportunidad de charlar, junto a otro colega, y abrir una amistad que la compartimos muchas veces.