OPINIÓN | Rubén Quiroz Ávila: El teatro y Beca 18

Beca 18 es el proyecto de inclusión educativa más importante de los últimos tiempos. Miles de jóvenes talentosos con pocos recursos y de todo el país, constituyen parte de la inmensa juventud sobre los cuales ha impactado este proyecto transformador de vidas. Así, de diversas regiones, de múltiples orígenes culturales, con enorme componente femenino, llenos de sueños y pasión por aportar a sus comunidades, nuestros jóvenes han tenido esa oportunidad de estudiar. Es de las pocas veces que está bien canalizado el dinero de todos los peruanos. Es decir, no es propiedad de un gobierno sino de todos nosotros que financiamos ello con los impuestos respectivos. El liderazgo de Raúl Choque y Cecilia Israel en el momento de la ideación de este programa y su aplicación en los sectores vulnerables merecen todos los reconocimientos posibles.

Es por ello que el esfuerzo de cada uno de los chicos que tienen que movilizarse a instituciones de educación superior no solo llevan su propio futuro para construirlo sino el de toda su familia y comunidad. Con ellos se ha impregnado una nueva visión de país. O sea, un escenario real de oportunidades concretas y responsables. De ese modo, esa travesía personal los transforma también espiritualmente. Y con esa transformación una oportunidad de renovar al país. Solo ellos saben del inmenso esfuerzo que significa cada minuto apartados de sus seres queridos, de sus tierras, de sus barrios, de su cotidianeidad. Les digo, ese sacrificio vale la pena. Es con ustedes que vemos al Perú que queremos ser, que ansiamos encarnar, que realmente nos representa. Valor, inteligencia, sensibilidad, compromiso.

Por eso, cuando líderes juveniles como Leo Cubas y Paola Estupiñán, de la Universidad Científica del Sur, encaminan las artes escénicas para trabajar con estudiantes de Beca 18, estamos ante una generosa forma y compartir los saberes. Estos dos jóvenes, ahora junto a Carmen Osorio y Evelyn Cordero, han generado espacios de entrenamiento en habilidades escénicas a sus compañeros y están impactando positivamente con sus pares. He ahí también la fuerza del teatro, como un motor, una esperanza, un aporte de vida. Entendido de esa manera, combinan la multiculturalidad de la cual procedemos todos y la integran con una notable perspectiva artística. Toda la riqueza vital de los becarios encauzadas como modelos de compartir experiencias para aprender, incorporar, reconocer y valorar. El Perú no es una metáfora sino todo este grupo de estudiantes que, juntos, hacen de nuestro país algo mucho más allá que una promesa y posibilidad.

Así las biografías importan, los testimonios adquieren un reconocimiento necesario, y se identifican para su visibilización. Cubas y Estupiñán han interiorizado a tal magnitud su conciencia cívica que han visto en el teatro una poderosa herramienta de transformación social. Eso es lo que significa el teatro para la vida: una manera de amar a la humanidad, una forma de entender que todos, desde nuestras intensas formas de comprender al país, podemos y debemos participar para su permanente construcción. Solo así, comprometidos, en esa lucha diaria, persistente, haremos un país mejor.