
10/07/2025 / Exitosa Noticias / Mundo / Actualizado al 10/07/2025
A lo largo de siete años Carolina, una rata gigante africana, trabajó sin descanso detectando tuberculosis en Tanzania y Etiopía. En un continente donde los recursos para diagnosticar enfermedades son limitados, una rata entrenada por la ONP APOPO, logró identificar más de 3 mil casos que no habían sido detectados por pruebas convencionales, ayudando a prevenir contagios y dejando huella.
Heroína peluda
En noviembre del 2024, Carolina fue homenajeada por sus compañeros tras retirarse de sus labores médicas. Actualmente, vive en un espacio especialmente acondicionado en la sede de APOPO, donde pasará sus últimos años en tranquilidad, tras una carrera que cambió miles de vidas.
Las HeroRats, son conocidas como ratas africanas de bolsa que poseen un sentido muy desarrollado del olfato, pues pueden detectar en segundo la presencia de Mycobacterium tuberculosis en muestras humanas.
Gracias a esta habilidad, APOPO consiguió mejorar la detección de tuberculosis en clínicas africanas en un 48%, un dato importante considerando que las pruebas microscópicas tradicionales a penas alcanzan entre un 20% y 40% de precisión.
Estos animales pueden revisar hasta 100 muestras de esputo en solo 20 minutos, un proceso que en laboratorios humanos puede tardar hasta cuatro días. De esta forma se ahorra tiempo y aumenta la precisión de diagnóstico permitiendo a los pacientes se tratados de forma oportuna y evitar nuevos brotes.
¿Cómo es el entrenamiento?
Estas ratas no nacen sabiendo detectar la enfermedad. Son adiestradas desde jóvenes en la sede de APOPO, en Morogoro, Tanzania, a través de un proceso de refuerzo positivo, es decir, reciben comida como recompensa cada vez que detectan correctamente una muestra infectada.
Según la neurocientífica del comportamiento y jefa de entrenamiento, Cindy Fast, el olfato de estas ratas es tal que "podría detectar media gota de cloro en un espacio del tamaño de 20 piscinas olímpicas.".
Sumado a ello, su físico es ideal para trabajos delicados, pues no pesan lo suficiente como para detonar minas terrestres, este era uno de los proyectos iniciales en los años 90. Además, viven entre 8 y 10 años en cautiverio, con una vida laboral activa de hasta 7 años, como el caso de Carolina.
Estas ratas se alejan de la imagen del roedor urbano, pues son tranquilas, obedientes y fáciles de entrenar, lo que las convierte en aliadas valiosas tanto en salud pública como en desminado humanitario.
En el caso de Carolina, su trabajo fue especialmente valorado por los equipos de salud pública, que vieron en ella una herramienta poderosa de lucha contra una enfermedad que es una de las principales causas de muerte por infección en el mundo. Tras siete arduos años de trabajo la rata Carolina para descansar hasta sus últimos días, luego de haber salvado miles de vidas.