07/12/2022 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Pedro Castillo jugó la última carta. Abrumado desde hace un año por sendas investigaciones fiscales, amigos prófugos -o en prisión preventiva- y colaboradores eficaces, optó por lo peor: cerrar el Congreso.
Rodeado desde antes de su gestión por su “gabinete en la sombra”, banda de funcionarios incapaces y arribistas del poder. Su final era una cuestión de tiempo; el tiempo que le vendieron sus ministros felones y que, por necesidad, también su club de congresistas cómplices. Duró 15 meses y 7 días, tiempo suficiente para destruirse poco a poco, implosionando por tanta podredumbre que él mismo generó.
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En su descenso al infierno de los dictadores, Pedro Castillo llevó también de la mano a esta izquierda radical, mediocre y acomodaticia, que lo arropó; que tuvo el cinismo de cerrar los ojos al punto de negar sus delitos pidiendo “pruebas”. Pero también estuvieron los cancilleres y embajadores (muchos retirados) que le manejaron las relaciones internacionales, y le hicieron creer a Castillo que la Carta democrática de la OEA era su salvavidas. La ilusión les duró poco y, hoy deben vivir con esa deshonra e ignominia.
La actitud irresponsable y cómplice de todos ellos, ha llevado ahora a que su protegido rompa el orden constitucional. Hoy llegó el momento de rendir cuentas y la justicia deberá hacer su trabajo, con todos ellos. Pero, el Perú es más grande que sus problemas y renace siempre, más fortalecido que nunca. Nuestra ahora presidenta Dina Boluarte lleva en su juramento la esperanza de un país que lucha, que aprende, que resiste, que mira al mundo y tiene la fuerza de su historia para avanzar.
Así, la lucha contra la corrupción, la reactivación económica, la salud, la educación, la agricultura y las grandes obras de infraestructura deberán ser sus principales acciones de gobierno. También, deberemos recuperar el diálogo social tanto como el espacio perdido en nuestras relaciones internacionales, donde el Perú debe recuperar su espacio bien ganado.
Dina Boluarte tiene esa gran responsabilidad, no solo como mujer, primera presidenta del Perú, sino por el momento histórico que le ha tocado vivir. 200 años después, Dina la presidenta, deberá mirar como estadista ese Perú generoso, para darle la necesaria estabilidad democrática e institucional. Dina la madre, deberá sentir el llamado de sus hijos de provincias y llevarles ese desarrollo tan anhelado. Dina la compatriota, deberá unir a todos los peruanos en un abrazo fraterno y solidario.
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