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OPINIÓN | Eduardo González Viaña: "El detrás de los inmigrantes"

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31/12/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Me lo cuenta en Salem, Oregon, un jardinero inmigrante:

Mi mujer- dice- salió de Sahuayo al lado de otras doce familias que habían vendido todos sus enseres para cruzar el borde. Usted no puede imaginarse lo pobres que eran.

Estaban tan flacos que no fue difícil acomodarlos a todos en la parte trasera de una camioneta sobre la que habían puesto carga para que no los fastidiaran en los retenes. Cuando llegaron a Tecate, cerca de Tijuana, los hicieron caminar, y Eva me contó que por ratos iban todos tomados de las manos por temor de que los vientos los llevaran de regreso...

Recién entonces apareció el coyote, un tipo aparentemente de los que se suele llamar “duros”, pero de muy buenos modales. “Casi puedo decirles bienvenidos a los Estados Unidos porque saliendo de esta casa van a estar ustedes en la tierra de los gabachos”.

Unos instantes después, el coyote les estaba mostrando el orificio de entrada del túnel, y a Eva le pareció increíble que ese punto negro la pudiera conducir al paraíso.

Avanzó un metro, un metro y medio, dos.... Allá, al otro lado, en alguna casa de San Diego, Leandro estaría contando los minutos para reunirse con ella después de cinco años de lejanía.

Estos pensamientos la hicieron más veloz, y en unos minutos más que no alcanzó a precisar cuántos eran, se encontró detrás de un corpulento señor de Sinaloa que también avanzaba gateando hacia los sueños de América.

-Señor- insistió, pero no obtuvo respuesta, y un rato después se dio cuenta que nunca lo escucharía porque aquella gigantesca panza bloqueaba el camino de la libertad e impedía el paso de cualquier sonido.

-Adoro a Leandro y me muero por llegar a Estados Unidos, pero ya no puedo más. No aguanto el detrás de ese gordo.

-Un momentito, por favor, culto público. Un momentito- dijo el coyote, y se metió en el túnel del cual emergió un rato más tarde halando por el fundillo al señor de Sinaloa. Tenía la solución.

-Así, amigo sinaloense. Así - le dijo al robusto cliente que había provocado la crisis. Usted debe de hacer como yo, ponerse de espaldas y avanzar. Y comenzó ayudarlo a introducirse en el túnel en la posición que le indicaba.

-Muy bien, muy bien, con la cabeza para acá para que recuerde su pasado, para que jamás olvide su tierra. Con su detrás por delante porque trae buena suerte.