RADIO EXITOSA 95.5 FM EN VIVO
Columnistas

OPINIÓN | Jaime Salomón: Cristóbal Colón y el emprendimiento del Perú.

Trabajemos para ello, trabajemos por el Perú.

awreq2
awreq2

24/11/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Todo emprendimiento tiene dos partes: la blanda o inicial y la teórica. La etapa inicial ocurre en el cerebro y es la más importante. Esto se explica porque el negocio nace por el interés de una persona en dar solución a un problema, el cual se detecta gracias a la experiencia y conocimiento del emprendedor en un tema específico y al estudio y entendimiento de la historia del problema. Y es cuando encontramos la solución al problema que se genera la idea. Al ser un tema de interés el emprendedor está motivado a desarrollar la idea, para lo cual requiere de imaginación, creatividad y del uso de la razón. Se requiere que mentalmente se destruya lo existente dejando de lado ataduras y buscando nuevas combinaciones; en otras palabras, se innova.

Con ello claramente definido es que recién se realizan los análisis teóricos (mercado, operativos, financieros y estratégico) que ayudarán a afirmar que la idea que da solución al problema detectado generará un negocio rentable, con lo cual habremos alcanzado la siguiente etapa.

El 70 % de los nuevos negocios son relacionados a la experiencia previa y a los conocimientos del emprendedor, a estar informados, a que sepan manejar la incertidumbre, a que comprendan muy bien los procesos, a que acepten el cambio y a la adaptación como una constante, a que cuestionen lo existente, a que sepan pensar fuera de la “caja”, a que enrumben hacia adelante -futuro- aprendiendo del pasado y a saber que, aunque tengamos éxito no siempre lograremos el resultado esperado.

Si tenemos experiencia, conocimiento y un buen equipo a quien delegar, si somos crédulos ante los cambios, si sabemos explicar las ideas, si logramos apoyo financiero, si entendemos que el entorno varía, si somos perseverantes y si nos tenemos confianza, emprenderemos.

Estos conceptos son aplicables a cualquier emprendimiento, sea privado o público. Por ejemplo, Cristóbal Colón fue un emprendedor. En 1483 al querer dar solución al problema de encontrar un camino más rápido hacia las Indias, entendidas como las costas de Japón y China, es que tiene la idea de ir a través del Océano Atlántico. Desarrolló la idea en base a su experiencia como navegante y a la información confidencial de anteriores marineros que intentaron la travesía. Posteriormente se preocupó por financiar su emprendimiento, hacer marketing de la expedición, analizar el tema operativo y estratégico. Claro, Colón en 1492 no llegó a su objetivo inicialmente trazado, pero el emprendimiento en sí mismo tuvo éxito para él y además para España, considerando que los ingresos que recibirían provenientes de los nuevos territorios descubiertos (América) les permitieron mantener la hegemonía mundial muchos años más.

Regresando al Perú del año 2019 y 2020, ¿están los poderes del Estado alineados al objetivo de emprender un mejor país? Dada la evidencia reciente pareciera que no, que cada Colón quiere descubrir su América, que cada poder estaría jugando un partido aparte en búsqueda de intereses diferentes al que nuestro País requiere para emprender el viaje hacia un Perú desarrollado e insertado en el primer mundo.

Necesitamos un Legislativo activo en la fiscalización, pero activo también en el emprendimiento de trabajar por los intereses de todos los peruanos y no solo por el de sus patrocinadores de turno; por otro, necesitamos un Poder Judicial y una Fiscalía que no demoren procesos para la lucha contra la corrupción institucionalizada desde gobiernos pasados.

Podríamos emprender un mejor Perú si tuviéramos confianza en nuestras instituciones, con personas capacitadas, con experiencia, honestas, perseverantes, que respeten la institucionalidad, que pretendan la gobernabilidad y sobre todo que antepongan el interés del País sobre los suyos propios.

Trabajemos para ello, trabajemos por el Perú.

Temas relacionados COLUMNISTAS JAIME SALOMÓN