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OPINIÓN | Edwin Sarmiento: Cosas de la vida

'Vitocho' se siente realizado y agradecido por tener una familia muy unida y de sólidos valores.

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28/06/2019 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023

Ni él mismo sabe desde cuándo lo llaman 'Vitocho' de cariño. Solo recuerda que de niño, en su casa, sus hermanos le decían “Vito”. Más tarde, el afecto de la gente modificó a 'Vitocho'. Y allí está el congresista Víctor Andrés García Belaunde, paseando su humanidad por los Pasos Perdidos del Congreso de la República, como uno de los más antiguos en ese poder del Estado. Es serio en su trabajo, riguroso al fiscalizar, avaro en sus adjetivos, aun cuando se trate de malandrines a quienes se deba juzgar. Quiso ser marino, como el abuelo, quien fue guardiamarina en el buque Unión, durante la Guerra del Pacífico, pero se arrepintió después de dos años de haber ingresado a la Escuela Naval. Luego ancló en la Universidad Católica para estudiar Letras, pero fue obligado a alejarse porque la policía le abrió un voluminoso expediente por muchacho revoltoso, casi terrorista, al haberse atrevido a salir él y sus amigos a las calles para protestar contra el golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado, quien sacó de Palacio, en la madrugada del tres de octubre de 1968, a su tío Fernando Belaunde Terry, entonces presidente de la República. Acosado por el fuero militar no le quedó otra que salir del país a sus 18 años y con solo una maleta preparada al paso. España acogió al joven rebelde para estudiar Derecho en la universidad de Valladolid, pero no pudo terminar la carrera, debido a que la universidad cerró sus puertas, por las crecientes protestas estudiantiles contra la dictadura franquista que llegaba a su fin. Hasta que una mañana de 1975, el joven estudiante lió maletas, se despidió de España y retornó al Perú para aterrizar en la cuatricentenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la cual culminaría, por fin, sus estudios de abogado. Fue allí donde descubrió el Perú y se dio su primer baño social.

'Vitocho' se siente realizado y agradecido por tener una familia muy unida y de sólidos valores. Sus cuatro hijos lo adoran y él adora a sus hijos y todo suave como el arrullo de las palomas. Él se ve a sí mismo como apasionado lector de historias de todo tipo, pero sobre todo de aquellas que tienen que ver con el pasado o el presente del Perú. “Soy un historiador aficionado”, nos dice y sonríe trémulo de emoción mientras lo observo apoltronado en el viejo sillón de cuero de su oficina. Como parlamentario, viene de las canteras de los ochenta. Electo diputado el 85 por Acción Popular, su único partido, es un político por convicción, casi en extinción, de aquellos que ya son muy pocos en el Perú. Viene de una familia de hombres cultivados y doctos. A las pruebas me remito: su padre, Domingo García Rada, fue presidente de la Corte Suprema de Justicia, su abuelo fue don Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco, humanista, jurista, diplomático, pensador, escritor, intelectual y educador peruano; su hermano, José Antonio García Belaunde, fue canciller de la República y como si fuera poco Vitocho es tataranieto del general Pedro Diez Canseco Corbacho, presidente interino del Perú hasta en tres ocasiones. Y aquí paro. Gran admirador de Basadre, Porras y Paz Soldán, tremendos historiadores. Él ha publicado “El expediente Prado”, valioso volumen que puso al descubierto los orígenes enrevesados de la riqueza de la familia Prado en el país. Su tenaz lucha contra la corrupción le ha llevado a perder muchos amigos, señala. Gajes del oficio, decimos nosotros.

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