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OPINIÓN | Ántero Flores Aráoz: Perú abdicó ante Comisión y Corte Interamericana

Se objeta que la Comisión y Corte no respeten las disposiciones consti­tucionales de los países y pretendan estar por encima de los ordenamientos jurídicos de cada Estado.

IDH
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19/05/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

En el pasado mes de abril, Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay tuvieron el coraje de enfrentarse al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, constituido por la Comisión y Corte del mismo nombre, al pre­sentar diversas observaciones a su actual funcionamiento y expresaron sus justificadas inquietudes en relación con los excesos que cometen en agravio de los Estados Parte.

Recordemos primeramente que en la Convención Americana de Derechos Hu­manos, promovida desde la OEA y de la que el Perú es signataria, creó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington, y la Corte con sede en San José de Costa Rica, para atender la protección supranacional a los Derechos Humanos en nuestro Continente.

Si bien, los países del hemisferio están acogidos a la autoridad de la Comisión, no todos se sometieron a la competencia contenciosa de la Corte y, desde hace un buen tiempo podemos considerar que estos últimos tuvieron toda la razón ante los errores, excesos y sesgo anti Estados del Sistema al que nos referimos.

Una de las críticas más recurrentes de los Estados Miembros del Sistema, en su cuestionamiento al mismo, ha sido porque este último ha considerado única­mente como violadores de los Derechos Humanos, a los países. Para el Sistema las organizaciones terroristas y delictivas de nuestros diversos países, como po­dían ser la FARC, SENDERO y el MRTA, no eran considerados como violadores de Derechos, lo que era un absurdo, hasta que por la presión de los Estados del Con­tinente, se vieron obligados a ampliar su antojadiza y reducida visión.

Pero no solamente lo antes señalado, sino que las reparaciones e indemniza­ciones a las reales, supuestas y simuladas víctimas, eran cuantiosas, despropor­cionadas y sin tener en cuenta las posibilidades económico-financieras de los Estados sancionados. Evidentemente, no puede ser lo mismo una sanción in­demnizatoria al Brasil que a Haití.

Los países que hoy le reclaman al Sistema Interamericano de Derechos Huma­nos, en forma cortés, propia de las Cancillerías pero que los destinatarios quizás no merecen, les señalan que hay que respetar los fueros nacionales con razo­nable margen de autonomía. En buen romance: No se metan en lo que no les incumbe y, ello con razón pues se han excedido en la aplicación del contenido de la Convención Americana y, a través de sus resoluciones y sentencias han ido creando nuevas obligaciones y deberes que exceden a las determinadas en la Convención.

También se objeta que la Comisión y Corte no respeten las disposiciones consti­tucionales de los países y pretendan, a través de sus pronunciamientos, estar por encima de los ordenamientos jurídicos de cada Estado.

El Perú fue quien en el 2007, lideró a un conjunto de países en la OEA, mediante una cruzada renovadora y rectificadora del Sistema, exigiendo cambios concre­tos, logrando varios de ellos; empero, no se comprende la ausencia del Perú en el grupo de los países hoy reclamantes, quizás estos últimos porque recién sufren las arbitrariedades del Sistema, las que el Perú fue real víctima desde siempre.