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Opinión | Dennis Falvy: Entre lo monetario y fiscal

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28/10/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

El mundo está, desde el año 2008, impregnado de una liquidez desbordante en base a los 'Helicóptero Money' de los Bancos Centrales; quienes usan su emisión monetaria para comprar valores y con ello evitar una probable recesión.

Ello aunque se les acaba la munición, porque las tasas de interés ya son en muchos casos negativas, el mercado de bonos con ellas in crescendo y encima ya hay atisbos de mezcla con la política fiscal a cargo de los gobiernos.

Como se sabe ambas políticas, la monetaria y la fiscal, son proclives en influir en la demanda agregada, mediante las fluctuaciones que provocan en los precios y en la producción de los bienes y servicios.

La política monetaria tiene que ver con la oferta de dinero circulante, lo cual es función monopólica del Banco Central de cada país. La política fiscal se refiere al nivel de gasto que se impone el gobierno, y tiene que ver con la tributación que este aplica sobre las empresas y sobre la población en general.

Esta política fiscal está primordialmente a cargo del Poder Legislativo y en nuestro caso administrado por la Sunat y SAT en el caso municipal. La política fiscal entonces se maneja por superávits o déficit.

Se señala que si aumenta la tributación, las empresas y los ciudadanos tienen que gastar más dinero en ellos, entonces disminuye su poder adquisitivo, baja la demanda agregada y el consumo, lo cual puede frenar el crecimiento económico y derivar en recesión. La política fiscal es un instrumento que debe ser utilizado con cautela y análisis.

La política monetaria, y esto es el objetivo del BCRP, es controlar la inflación, no así en la FED quien además tiene que propiciar el empleo como un objetivo adicional.Es a través de la fijación del interés, que el Central, se supone, controla la inflación.

El aumento de las tasas de interés hace que las empresas y los particulares se restrinjan de solicitar préstamos, lo que propicia una disminución en la cantidad de dinero circulante en la economía, y ello obliga a bajar los precios de los bienes y servicios.

Esto es a grandes rasgos la diferencia entre ambas políticas, las que hoy en día se entreveran en un mundo con varias variables complicadas por la liquidez, pleno empleo y sobrevaloración de activos financieros en Wall Street y con una inflación que se ha alejado como distorsión económica.