05/11/2020 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
La pandemia del coronavirus no disminuyó el interés nacional e internacional que rodea a la Gran rebelión de Túpac Amaru y ayer, mediante una conferencia virtual, se conmemoró los 240 años de su inicio el 4 de noviembre de 1780, el cual hizo temblar las estructuras del virreinato peruano.
El evento fue organizado por el Centro Cusqueño de Investigaciones Históricas Enfoques y la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, y estuvo a cargo del historiador norteamericano y peruanista, Charles Walker, que tiene varios libros sobre el proceso revolucionario de José Gabriel Condorcanqui.
La ponencia de Walker, profesor de la Universidad de California, se tituló “Un héroe y un olvidado. José Gabriel y Juan Bautista Túpac Amaru”, en alusión al caudillo cusqueño y de su medio hermano, quien sobrevivió a la matanza que siguió a la derrota del levantamiento, en abril de 1781.
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El sitial de Túpac Amaru como prócer de la independencia peruana y americana se fortaleció a partir de los años 70, cuando el gobierno militar de Velasco Alvarado reflotó, actualizó y masificó la figura del legendario mestizo cusqueño como símbolo del nacionalismo peruano.
Hasta entonces, la historiografía peruana le había dado poco espacio a la Gran rebelión cusqueña. Muy poco también se conocía y difundía sobre su esposa, Micaela Bastidas, de otros líderes, y los alcances que tuvo el levantamiento, en Lima y desde Buenos Aires, Chile y Nueva Granada.
La imagen del caudillo cusqueño se hizo popular. Su retrato presidió una emblemática sala del Palacio de Gobierno y se inauguró, con su nombre, la avenida más grande de Lima, de 22 kilómetros, que une el centro con cuatro populosos distritos donde viven más de dos millones de limeños.
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Se redescubrió entonces el enorme valor histórico de Túpac Amaru y su revolución, multitudinaria y espontánea, de rechazo a la dominación española y un anticipo de 30 años a los movimientos independentistas en América del Sur, que se iniciarán en 1810 y culminarán en 1824 con la Batalla de Ayacucho.
