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La corrupción en el siglo XIX descrita por Gabriella Chiaramonti

Libro narra cómo las elecciones ponían en evidencia pugnas por el poder.

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Gabriella Chiaramonti Exitosa

09/01/2022 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023

La formación de la República en nuestro país originó una serie de pugnas sobre quién debería ostentar el poder. En la nueva edición del libro «Ciudadanía y representación en el Perú (1808-1860)» de la historiadora italiana Gabriella Chiaramonti, una gran conocedora de nuestro país en el XIX trata de explicar el vaivén político por aquellos años.

Publicado por primera vez en castellano en 2005, relata en detalle el origen y el desarrollo de la experiencia electoral en el Perú, entre el tardío periodo virreinal y la década de 1860, con conclusiones que alcanzan hasta la reconstrucción nacional de 1896.

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Chiaramonti propone temas no explorados ni valorados suficientemente, pues del siglo XIX se conocía apenas una leyenda negra de corrupción que impidió de modo colateral el acceso de las minorías a las magistraturas de la república.

La autora muestra un universo político más complejo del que se desconocía, que había pasado desapercibido, eclipsado por los caudillos y sus guerras civiles, con un poblador rural visto esta vez como protagonista de esa periferia indígena que recién en 1979 accedió al voto igualitario.

En la introducción del libro refiere que al estudiar las leyes que gobernaban los procedimientos electorales permite además entender con mayor claridad lo que puede definirse como corrupción y como práctica ilegal.

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“Resulta evidente que algunas de esas prácticas, como las muy criticadas “tomas de las mesas” y las “dualidades”, eran si no permitidas por lo menos tácitamente toleradas por los silencios de las leyes o por las propias disposiciones en ellas contenidas”.

No olvidar, añade, que la violencia y fraudes en general eran empleadas por todos los contendientes. Acota que las elecciones no eran un mecanismo casi automático de reproducción política del cuerpo social que, a lo sumo, la corrupción podía distorsionar, sino un proceso largo y complejo.