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OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: Jorge Basadre y la promesa pendiente

Prometió una vida peruana con bienestar, una sociedad de ciudadanos integrados cabalmente, y un Estado plenamente soberano que esté al servicio de la gente.

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19/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Don Jorge Basadre es considerado por muchos como el más importante historiador de la República, uno de sus libros más relevantes es La promesa de la vida peruana, cuya primera edición data de hace tres cuartos de siglo.

Basadre sostiene, en 1944, que la independencia contiene una promesa referida a la vida peruana con bienestar, a una sociedad de ciudadanos integrados cabalmente, y a un Estado plenamente soberano y que esté al servicio de la gente; que hay un evidente retraso en su consecución y que si no se afirma un régimen republicano basado en la más amplia democracia, sus posibilidades de concreción van a ser mayores.

En su último mensaje ante un auditorio, en la heroica Tacna donde nació, invitado a exponer en la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) en 1979, Basadre afirmó que lo que importa para buscar la propia agonía espiritual con el yaraví de la autoflagelación y de la autonegación, o para soplar en el futuro del encono, pudiéramos ser si de veras lo quisiéramos.

En el texto titulado Esa promesa y algo más, Basadre reflexiona respecto a que la promesa de la vida peruana ha sido a menudo estafada o pisoteada por la obra coincidente de tres grandes enemigos de ella: los podridos, los congelados y los incendiados. Sobre esto, resulta pertinente preguntarse quiénes, ahora, en pleno siglo XXI, serían los podridos, los congelados y los incendiados. Ensayo una respuesta preliminar a tan trascendental interrogante.

Los podridos son los corruptos, aquellos que se han enriquecido con dinero mal habido, caso de los beneficiados por Odebrecht y demás empresas implicadas en el caso Lava Jato, incluyendo a las del 'Club de la Construcción'; los hermanitos involucrados en el caso 'Lavajuez'; y un largo etcétera que incluye a gobernantes nacionales, regionales y locales; congresistas; grandes empresarios; estudios de abogados decentes e incalificables periodistas o que fungen de ello.

Los congelados son aquellos encerrados en el dogmatismo, ya sea en el ultraliberalismo que vive adorando al dios mercado, pregona que hay que reducir al mínimo al Estado aunque medra de él a través de privilegiadas exoneraciones tributarias; ya sea el anquilosado pensamiento que analiza la realidad y toma decisiones a partir de sujetarse a designios ideológicos foráneos revestidos de internacionalismo.

Los incendiados son los grupos políticos que han fracasado en la gestión estatal, afectando el avance de nuestro país, cuyos principales dirigentes están presos o deberían estarlo, sean expresidentes o exalcaldes. Están quemados pero no quieren admitir su situación pese a que la ciudadanía los rechaza cada vez más.

En 75 años podrá haber cambiado en cierta medida los actores políticos, pero no en esencia; por lo que cae por su propio peso la necesidad de persistir en construir un camino propio, una vía nacional para el cambio social, sin calco ni copia, para hacer realidad la República de ciudadanos con bienestar, progreso y desarrollo; reivindicando el sentido de justicia, dignidad y paz.