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OPINIÓN | María Del Pilar Tello: Responsabilidad y equilibrio

Si no lo hace la disolución del Parlamento sería inconstitucional, un claro rompimiento del Estado de Derecho.

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23/06/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Representantes de las bancadas de FP, APRA, AP y APP en la Comisión de Constitución del Congreso acordaron un pronunciamiento en defensa del Parlamento, que llame al presidente Martín Vizcarra a la reflexión luego de la amenaza de que si no se aprueban sus proyectos de reforma política, respetando su esencia, interpretará como denegada la confianza al gabinete y podrá cerrar el Congreso, pero respetando “lo estipulado en la Constitución”.

Esta argumentación no tiene asidero legal ni político. No hay forma constitucional de cerrar el Congreso si el Ejecutivo insiste en descartar la confianza parlamentaria después de haber sido dada. No es un juego de niños en que ahora me das y mañana no. El equilibrio de poderes se rompería convirtiendo el gesto en golpismo puro y duro, sin atenuantes. Ningún constitucionalista serio e independiente aceptaría que el Presidente pueda disolver el Congreso en función de su personal y acomodaticia interpretación a posteriori.

Los juristas coinciden en que un cierre del Parlamento, luego de aceptado el pedido presidencial de confianza por el pleno, sería inconstitucional dado que el proceso de esacuestión de confianza ya habría concluido y tendrían que presentar una nueva en torno a lo que el Ejecutivo considere indispensable.

Si no lo hace la disolución del Parlamento sería inconstitucional, un claro rompimiento del Estado de Derecho. Pero además sería causal de vacancia presidencial, según el artículo 134 de la Carta Magna.

Bien ha dicho Luis Iberico que el Presidente se equivoca pues el Congreso no se ha negado a legislar la reforma política, lo está haciendo conforme al debate inherente a sus funciones. En este sentido es muy importante la reunión entre Martín Vizcarra y Daniel Salaverry como cabezas del Ejecutivo y Legislativo desde que puede ser la señal de la vuelta a la serenidad, al equilibrio y al buen juicio que podría reflejarse en una agenda única para ser aplicada en la siguiente legislatura. Agenda que pueda abordar en primer lugar la parálisis económica que a todos preocupa y en segundo lugar la delincuencia urbana que hace temer por su vida al 85% de los peruanos. Estas cifras deben estar en el centro de las preocupaciones y no las de una efímera popularidad presidencial que tarde o temprano volverá a bajar ante la ausencia de soluciones de fondo.

Es cierto que el Congreso no es el mejor pero es el que tenemos y aunque está bajo fuego mediático para alentar a las calles a que exijan su cierre, la democracia exige otro camino. Es entendible que los congresistas que pertenecen a un partido político rechacen que ciudadanos ajenos participen en las primarias internas. Que la gente de fuera intervenga sin conocer los problemas partidarios podría ser negativo. Estaríamos pasando de la exagerada cantidad de firmas para la inscripción al involucramiento exagerado de ciudadanos no militantes que podrían significar implosión en una organización política.

No solo Martín Vizcarra debe tener mesura también los congresistas poner de su parte. Si bien no es aceptable que se limite o menoscabe el debate político inherente al Parlamento, toda relación tirante y revanchista da mala imagen ante la ciudadanía que espera atención a las urgencias sociales desde que el telón de fondo es el crecimiento cero en economía.

Complacidos con el ascenso del gobernante en las encuestas el gobierno descuida las finanzas que presentan cifras no vistas desde hace muchos años, muy lejanas del 9% del segundo gobierno de Alan García. Con la economía en esos niveles de parálisis los inversionistas se van y peor aún si se agrega la inestabilidad política. Se requiere responsabilidad y equilibrio para enfrentar el momento difícil que vivimos.

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