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OPINIÓN | Antero Flores-Araoz: siguen los sueños de gas

Pudiera ser que a alguien se le nubló el intelecto, para pensar que en Tumbes se requiera de calefacción, siendo un departamento con una temperatura altísima.

tumbes
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05/05/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

En anterior columna, afirmamos que para algunas autoridades el famoso dicho de sueños de opio, se había transformado en sueños de gas. Ello ante la insistencia de que el Estado invierta lo que tiene y lo que no, en la masificación del gas para consumo doméstico, lo que significaría cuantiosos recursos para llevar gas a pequeñas localidades de la sierra del sur, así como a sus zonas rurales, cuando existen soluciones mucho menos onerosas y factibles.

Recordamos también como nuestro país se empeñó en diversos momentos, llevado por el entusiasmo de las autoridades y el desconocimiento de los ciudadanos, para construir el oleoducto nor-peruano sin tener suficientes hidrocarburos, o la prácticamente nueva refinería de Talara que nadie sabe que petróleo procesará y, ahora el gasoducto sur peruano sobredimensionado en costos, con el agregado del sueño de la masificación del gas en el alto andino.

Si considerábamos demencial lo señalado, pues olvídense, hay algo peor, aunque muchísimo menor en inversión. Según información aparecida en prensa, se pretende llevar gas por ductos a las viviendas de Tumbes. Pudiera ser que a alguien se le nubló el intelecto, para pensar que en Tumbes se requiera de calefacción, que es el uso en que más se emplea el gas, olvidando que la temperatura que tiene ese departamento es altísima todo el año, y en las 4 estaciones nominales hay calor y sus playas invadidas de visitantes. Además, a nadie se le ocurriría ducharse con agua caliente pues se expondría a derretirse, claro que en sentido figurado.

El agua caliente en Tumbes solamente es para la cocción de alimentos, por lo que sería sumamente gravoso instalar ductos matrices para la distribución del gas y conexiones domiciliarias para su utilización en las viviendas. Nadie podría solventarlo y el Estado seguramente cargaría con el altísimo costo del despropósito.

Lo más grave del caso es que no son necesarios ni el ducto ni las conexiones domiciliarias pues en Tumbes hay redes comerciales autogeneradas, sin subsidio alguno, que reparten los balones de gas sin problemas, con eficiencia y con el público usuario satisfecho.

Como quiera que el tema me interesó, dado el contenido de mi primer artículo sobre el asunto, comencé a indagar con quienes más conocen de la materia y las respuestas que me dieron, como ya rayaban con lo ofensivo hacia los genios de la propuesta gasífera, solo repetiré lo no insultante, como que “no hay motivo para enterrar millones en tuberías”, que es “un crimen hacer inversiones innecesarias”, que “no es inversión sino gasto superfluo, distraer recursos públicos en algo innecesario”, que “carecería de objeto estar haciendo contratos de garantía de inversiones y de estabilidad tributara para lo que es innecesario”.

Lo que si me hizo mucha gracia es la aseveración de un experto, que por supuesto me reservo su nombre, quien me dijo: “solo falta que esos ilusos pretendan llevar gas para calentar el infierno”. Este comentario es tan gráfico, que aquí termino este artículo.