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OPINIÓN | Giancarla Di Laura: El tayta Arguedas en Cuba

Bien lo advirtió Arguedas en su momento: la naturaleza, los glaciares, las “quinientas flores de papa” eran sus sesos, su carne. Destruirlos es destruirnos a nosotros mismos

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24/11/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

En 1968 José María Arguedas pudo finalmente viajar a Cuba como jurado del prestigioso Premio Casa de las Américas. Lo había intentado antes, pero el macartismo de la época era feroz. Estados Unidos no dejaba que nadie viajara a los países socialistas y por lo tanto que conociera de primera mano las profundas transformaciones que la Revolución Cubana estaba operando no sólo en la economía de ese país, sino también en el ámbito cultural.

Arguedas venía de una experiencia política muy particular. Tuvo un acercamiento al Partido Comunista Peruano, pero decidió alejarse de la militancia política porque lo ganaron más sus pasiones como artista, su apego a la bohemia, su amor por la comprensión emotiva de la realidad. Además, criado de niño entre la servidumbre quechua de la casa de su madrastra, como es bien conocido, veía en la militancia política un recortamiento de la autenticidad de la cosmovisión indígena, a la cual él se sentía tan cercano.

Pero en Cuba también vio que el socialismo era posible, y declaró varias veces su adhesión a ese modelo de sociedad. Su poema “A Cuba” (Cubapaq) es testimonio de ello. No lo es menos su poderoso himno-canción “A nuestro padre creador Túpac Amaru”, en que expresó su deseo de que el pueblo indígena tomara definitivamente “la ciudad de los señores”, Lima. (Justicia poética, que le dicen).

Por desgracia, los traumas personales que Arguedas arrastró desde su infancia lo llevaron a un segundo intento de suicido el 29 de noviembre de 1969, muriendo a los tres días. Se nos iba uno de los más grandes escritores y pensadores que ha dado el Perú.

Con motivo del cincuentenario de su muerte, es nada menos que en Cuba que se celebra esta semana el congreso más importante sobre Arguedas que haya habido en muchos años. La institución anfitriona no podía ser otra que Casa de las Américas, donde en 1968 Arguedas alternó con intelectuales de la talla de Roberto Fernández Retamar, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Pablo Armando Fernández. Un lujo de personalidades.

El evento, que arranca este jueves 28, agrupa a cerca de sesenta expositores, que llegan de sitios tan variados como México, Chile, Brasil, la República Checa, España, Italia, Estados Unidos y la propia Cuba. Entre nuestros representantes peruanos se encuentran notables especialistas como Carmen María Pinilla (la mayor biógrafa de Arguedas), el renombrado antropólogo Luis Millones, Santiago López Maguiña, Juan Carlos Ubilluz, Wilfredo Kapsoli, José Antonio Mazzotti (co-organizador del evento), Cecilia Méndez, Cecilia Monteagudo y un largo etcétera. Arguedas será examinado desde distintas disciplinas, afirmando la premisa de que su pensamiento sigue tan actual como hace medio siglo. Sobre todo ahora, en que el calentamiento global amenaza con destruir el planeta por obra y gracia del neoliberalismo desbocado que contamina y envenena el aire, la tierra y el agua.

Bien lo advirtió Arguedas en su momento: la naturaleza, los glaciares, las “quinientas flores de papa” eran sus sesos, su carne. Destruirlos es destruirnos a nosotros mismos. Tenemos mucho que aprender aún del tayta Arguedas. Suerte la de los cubanos, porque, aquí, en Perulandia, “no se oye, padre”.