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OPINIÓN | Pedro Paredes: el Día de Karen

Debemos rendir homenaje a todas las mujeres del país que no se amilanan ante la adversidad, que se fajan y esfuerzan todos los días.

mototaxis
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08/03/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Karen es mi hermana mayor y ya supera los 40 años. Es felizmente casada, tiene un varón y dos niñas como hijos y maneja mototaxi. Sí, como lo leen. Mototaxi con “M” de macho y, también, de mujer.

El porqué esta mujer se encuentre tras los fierros de este vehículo, tiene una sencilla explicación: su marido no tiene trabajo. Y es aquí cuando tu inconsciente machista tercermundista te hace preguntar «entonces ¿por qué no maneja él?».

La familia de Karen puede clasificarse dentro del grupo de “anormales”. Entender su organización nos tomará tiempo si lo vemos con nuestros ojos tradicionalistas, donde el hombre debe ser siempre el que se esfuerce más por ser el patriarcal “jefe del hogar”. Pero en el caso de la protagonista de esta historia, aparentemente ella se esfuerza más ensuciándose las manos y reventando sus riñones al pasar más de ocho horas al día sentada frente al timón y escuchando los insultos más machistas que jamás imaginó que debía soportar.

Sí. La insultan, con “I” de imbéciles.

Karen me cuenta con dolorosa resignación que aparenta indiferencia, que sus colegas de oficio, varones, muchas veces amenazan chocarla, pero gran parte del tiempo sus oídos deben aguantar frases como «lárgate a lavar ropa», «atiende a tu marido», «deberías estar cocinando», «por qué no cuidas a tus hijos», y un largo etcétera que pone de manifiesto la cantidad de machos que como bestias siguen poniendo su cuota de género en esta sociedad tan desigual como violenta, como el caso de idiotizados pasajeros hombres que luego de pedirle una carrera la dejan con el motor encendido al descubrir sus manos nacidas para lavar ropa, profanando el timón reservado para hombres.

Su esposo es un tipo noble y dedicado a su familia; antes de estar sin chamba, cumplía más de 12 horas continuas de trabajo, mientras ella hacía malabares cuidando a sus hijos y cocinando, al mismo tiempo que atendía su puesto de venta en un mercadillo local. Pero ahora los papeles se invirtieron, ellos lo entienden así y se ayudan, mas no la sociedad que dice estar contra la violencia, pero se resiste a desenterrar de su cerebro que la olla y pañales son misión femenina.

Hoy Karen sabe que se conmemora el Día Internacional de la Mujer y le da lo mismo; pero como todas las mañanas, a las 8, saldrá a manejar. Yo quiero, sin embargo, rendir homenaje a todas las mujeres del país que, como ella, no se amilanan ante la adversidad, que se fajan y esfuerzan más que cualquier hombre que se siente tan cobarde y poco varón al ver que una mujer es capaz de hacer lo mismo que él y con mayor éxito. Chúpate esa, macho alfa.

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