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OPINIÓN | Pedro Paredes: el puente de Vizcarra

El presidente hará un puente que probablemente no contribuirá a las localidades aledañas a la construcción.

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20/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

El presidente Vizcarra ha llegado la mañana de ayer a Iquitos, pero las urras populacheras no fueron posibles por las lluvias que caen intensamente en esta ciudad, aguándole el baño de popularidad que, de a pocos, le comienza a ser esquivo. El gobernante no podía posponer su presencia, pues urgía ver el proyecto que viene impulsando en el oriente peruano desde su periodo como ministro de Transportes.

El puente sobre el río Nanay es de lejos la obra de ingeniería más importante que se viene levantando en la capital loretana, que busca conectar la urbe iquiteña con la localidad de Mazán y, posteriormente, llegar vía carretera al distrito de El Estrecho, en la frontera con Colombia. Ambicioso proyecto, pero de incierto futuro en una región presa de gobiernos amantes de la improvisación y las fotos de portada.

Loreto no solo carece de conectividad terrestre, también de un plan de desarrollo, aunque el puente se extenderá a lo largo de dos kilómetros y construirla costará más de 600 millones de soles -sin contar los futuros adicionales o arbitrajes de rutina-; pero a la otra orilla del río no existen más que pobladores sumergidos en la más completa pobreza extrema, sobreviviendo con una incipiente agricultura y de lo que el río les puede dar. El puente solo les permitirá llegar a Iquitos ¿de turismo? Nada que ver. Muy probablemente solo agravará la migración hacia una ciudad carente de servicios básicos y en grave proceso de involución.

Mazán, la primera “gran urbe” cruzando el puente desde Iquitos, no tiene agua potable, tiene energía eléctrica cuatro horas al día y su gente sobrevive laboralmente. Es decir, está casi igual que Iquitos, pero con menos población. ¿El Estrecho? Con suerte seguirá siendo peruano si con el pasar del tiempo el 100 por ciento de su población no termina cantando el himno colombiano, al igual que muchos niños que cruzan en canoas el Putumayo para ir a una escuela extranjera que sí tenga maestros.

¿Entonces para que diantres servirá el puente? Muy probablemente alentará el tráfico de terrenos y será la nueva vía usada por traficantes de droga, madera y personas. Los pilotes del armatoste que se viene levantando sobre una telaraña de invasiones, volverán a ser el duro reflejo de los cientos de millones de soles gastados en proyectos que solo enriquecen a las empresas constructoras y políticos mafiosos, en un país que hace obras de ingeniería sin sentido, sin plan sobre la mesa, tal como sucede con la Interoceánica Sur de miles de millones de soles, que va dejando a su paso pueblos devastados por la pobreza, que buscan en el contrabando, la minería ilegal y la trata de personas, un indigno refugio para vivir con algo de dignidad.