06/11/2025 / Exitosa Noticias / Amenidades / Actualizado al 06/11/2025
En diálogo con Exitosa, la psicóloga y psicoterapeuta Massiel Martel abordó uno de los dilemas más comunes en la crianza moderna: cómo entender y conectar con los hijos adolescentes sin caer en la sobreprotección ni en el abandono emocional.

El problema de querer saberlo todo
Martel advierte que en familias sobreprotectoras, los padres tienden a querer saber lo que hace su hijo a cada instante, lo que genera problemas de privacidad y autonomía. Esta dinámica, si no se corrige, puede trasladarse a la vida adulta en forma de "mamitis" o "papitis": hijos que dependen emocionalmente de sus padres incluso con una familia ya formada.

Cortar el "cordón umbilical" emocional
"La sobreprotección también puede llevar al agotamiento", señala Martel. Para ella, es clave entender que "el cordón umbilical cruza fronteras y océanos" si no se establecen límites. En la transición hacia la adultez, es necesario cortar ese vínculo simbólico para permitir una relación más sana y respetuosa.
"Mamá es un individuo, yo soy otro. Yo tomo mis decisiones. Yo tengo mi modo de ver las cosas", remarcó la especialista.
Redes sociales como refugio emocional
Muchos adolescentes recurren a las redes sociales para expresarse, ante la falta de confianza en el entorno familiar. Martel advierte que este fenómeno puede generar una desconexión profunda, donde los jóvenes confían más en extraños digitales que en sus propios padres.

Ser proveedor no es ser presente
La psicóloga también enfatiza que ser un padre proveedor no equivale a estar emocionalmente presente. Escuchar, comprender y acompañar a los hijos en sus dilemas personales es clave para evitar el rencor y los quiebres afectivos.

El rol de las madres solteras
Para las madres que crían solas, Martel recomienda no asumir el doble rol sin apoyo. Es importante incorporar una figura masculina en la crianza —un abuelo, tío o hermano— para evitar el desgaste físico y emocional que puede surgir en contextos de separación.

Entender a un hijo adolescente no se trata de controlarlo, sino de acompañarlo con límites, escucha y respeto. La clave está en reconocer que el amor también implica soltar, y que la presencia emocional vale más que cualquier vigilancia constante.