07/12/2025 / Exitosa Noticias / Mundo / Actualizado al 07/12/2025
Un opositor más silenciado en prisión. El gobierno de Venezuela reconoció este domingo la muerte de Alfredo Díaz Figueroa, exgobernador del estado Nueva Esparta y dirigente opositor, quien se encontraba detenido desde hace un año en la sede del Sebin, conocida como El Helicoide.
Según el Ministerio para el Servicio Penitenciario, Díaz sufrió un infarto y falleció tras ser trasladado al Hospital Clínico Universitario. La noticia ha generado indignación dentro y fuera del país, pues se trata del sexto opositor que muere bajo custodia estatal desde noviembre de 2024.
La oposición y activistas de derechos humanos denuncian que las condiciones de detención son inhumanas y que la persecución política se ha convertido en una práctica sistemática del régimen chavista.
Reacciones internacionales y denuncias de represión
El Departamento de Estado de Estados Unidos calificó la muerte de Díaz como "otro recordatorio de la vil naturaleza del régimen criminal de Maduro". La reacción se produce en medio de tensiones militares en el Caribe, donde una flotilla estadounidense realiza operaciones antinarcóticos que Caracas interpreta como intentos de desestabilización.
La dirigente opositora María Corina Machado, recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz, señaló que la muerte de Díaz se suma a una "alarmante cadena de fallecimientos de presos políticos" y denunció un patrón de represión estatal que incluye negación de atención médica, aislamiento y torturas.
La realidad de los opositores en Venezuela
El abogado Gonzalo Himiob, de la ONG Foro Penal, explicó que el juicio de Díaz estaba paralizado y que el gobierno le impuso un defensor público, limitando su derecho a una defensa adecuada.
Alfredo Romero, director de la misma organización, recordó que desde 2014 han muerto 17 presos políticos bajo custodia del Estado y que actualmente existen al menos 887 detenidos por razones políticas.
Estos testimonios refuerzan la percepción de que en Venezuela la oposición no solo enfrenta persecución política, sino también condiciones carcelarias que ponen en riesgo su vida. La muerte de Díaz se convierte en un símbolo más de la represión que atraviesan quienes se atreven a cuestionar al régimen.
El fallecimiento de Díaz en prisión expone nuevamente la crudeza de la represión en Venezuela. Más allá de la versión oficial, la realidad es que los opositores terminan en calabozos por el simple hecho de enfrentarse al poder. La cadena de muertes refleja un patrón que erosiona cualquier garantía de derechos humanos y deja en evidencia la fragilidad de la democracia en el país.

